Emma Coronel, el mensaje es claro

* Había una época muy lejana en la que, entre las reglas del narcotráfico, y también de la política, se decía que no se atacaba a las amantes, a los hijos ni a las esposas de los grandes narcotraficantes, así, en ese orden.

Por Jorge Fernández Menéndez- Es muy temprano para sacar conclusiones definitivas sobre la detención de Emma Coronel, la joven esposa de Joaquín El Chapo Guzmán, ocurrida ayer en el aeropuerto de Dulles, en Virginia, Estados Unidos. Está acusada de participar en la distribución de heroína, cocaína, mariguana y metanfetaminas en la Unión Americana. Tiene otro proceso, acusada de participar en la fuga de El Chapo del penal de Almoloya, en julio del 2015.



Emma Coronel, de 31 años, se casó con El Chapo Guzmán cuando tenía 17 años y tienen dos hijas. La detención fue anunciada por el departamento de Justicia de la Unión Americana y el FBI (no por la DEA).



Había una época muy lejana en la que, entre las reglas del narcotráfico, y también de la política, se decía que no se atacaba a las amantes, a los hijos ni a las esposas de los grandes narcotraficantes, así, en ese orden. Claro, era la época en la que también se decía que en los medios no se podía hablar mal ni de la Virgen ni del presidente. Pasaron muchos años y esas reglas ya no existen, pero el abandono de aquella regla de las mujeres y los hijos ha tenido como consecuencia un incremento desmesurado de crímenes inmisericordes contra las mujeres y las familias de los narcotraficantes.



Pero eso es consecuencia también de un cambio notable en el comportamiento criminal: si los viejos capos querían que sus hijos estudiaran, hicieran carrera y no se metieran en su negocio, con el crecimiento y las ganancias exponenciales del mismo, el crimen organizado se terminó convirtiendo, claramente, en un negocio familiar donde todos o casi todos están involucrados. Y todos están expuestos, entonces, a las venganzas y a las detenciones.



Pero siendo así, es muy extraño que la esposa de un jefe de un cártel sea detenida. Incluso, cuando caen estos capos, en muchas ocasiones las mujeres son liberadas. Fue el caso de la detención de El Chapo en Mazatlán, cuando estaba acompañado de Emma Coronel y sus dos hijitas. Coronel, cuyo padre también está detenido por ser parte de la organización de El Chapo, quedó en libertad y era, hasta ayer, una de las pocas personas con las que El Chapo podía tener algún tipo de contacto.



La acusación contra Emma Coronel está basada, en muy buena medida, en testimonios de testigos protegidos, muchos de los cuales ya habían participado en el juicio de El Chapo en la corte de Nueva York. La diferencia está en que en esta ocasión se la coloca no como esposa de un traficante, sino como parte integrante de la organización.



Coronel se había trasladado a Estados Unidos confiada, precisamente, de su condición de ciudadana de ese país para allí vivir y no sufrir venganzas de enemigos de El Chapo. Incluso Emma aparecía en redes sociales, se decía influencer, salió en un programa de televisión junto con hijos, esposas y familiares de otros destacados narcotraficantes, que habían cambiado su vida luego de la caída de los mismos.



Pero la justicia le ha llegado desde un ángulo que no esperaba: siempre se pensó que si se detenía a Emma ello estaría relacionado con el dinero que siempre se buscó y nunca se encontró, con la famosa fortuna de El Chapo que Trump dijo que serviría incluso para pagar el muro en la frontera. No ha sido así: ha sido detenida como parte de la estructura del cártel y, si se lee con detenimiento la orden de detención, se pone especial énfasis en su relación con los hijos de El Chapo, los llamados Chapitos y su negocio criminal.



Como decíamos, no se pueden sacar conclusiones tan rápidas de esta detención, pero sí se pueden observar tendencias. Primero, que es evidente que pueden cambiar las administraciones en la Unión Americana, pero no cambian los objetivos de sus organismos de seguridad: para Estados Unidos la persecución del Cártel de Sinaloa es un objetivo central, lo era antes de Trump y lo es con la llegada de Biden.



Por una sencilla razón: más allá del manejo informativo, el Cártel de Sinaloa sigue siendo uno de los principales (si no es que el principal) introductor de drogas, sobre todo de fentanilo en la Unión Americana, por el que mueren 60 mil estadunidenses al año. Alguien en México podrá pensar que puede haber una política de apaciguamiento con esas organizaciones criminales, que ya se olvidó el Culiacanazo y que la liberación de Ovidio Guzmán fue una anécdota, que no pasa nada si se saluda a la mamá de El Chapo, pero no es así. El Cártel de Sinaloa es objetivo principal de la justicia en Estados Unidos y eso no cambia con un nuevo presidente.

La detención de Emma Coronel es algo más que simbólica. Es un mensaje muy directo. Han ajustado las formas, han procedido de otra manera y utilizado otros juzgados, pero el mensaje es claro y estará durante la administración Biden más claro aún que con el desordenado y pragmático Donald Trump: la justicia estadunidense va por la detención y la ruptura de las estructuras criminales del narcotráfico en México. Para ellos no hay tregua con los grupos criminales ni tampoco estrategias de pacificación. Quién sabe qué pase en la corte de Washington, D. C., donde comparecerá de forma virtual el día de hoy Emma Coronel, pero si el mensaje de su detención no fue bien interpretado en México, tendremos graves problemas de comunicación con la Casa Blanca. (Con Información deExcelsior)


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